viernes, 29 de mayo de 2015

ESPAÑOLEANDO CON LA MANTILLA PUESTA

Los habituales lectores de este mi humilde blog saben de sobra que las cosas de la modernidad imperante me suelen dejar estupefacta. Así me quedé hace unos días cuando, a propósito de la aparición de Doña Letizia Ortiz en el País Vasco en un acto de entrega de la Enseña Nacional a la 11ª Zona de la Guardia Civil, vi que lo hacía ataviada con un traje de día y sin mantilla. Cierto que cada etapa tiene sus peculiaridades, pero no veo la necesidad de romper con una hermosa tradición, sobre todo cuando no habrá otra ocasión en la que doña Letizia haga uso de una mantilla.
 
Mi estupefacción no vino por el hecho de que rompiera con la tradición impuesta en el reinado de don Juan Carlos, sino más bien vino cuando leí las explicaciones que se esgrimían para justificar esa ruptura con el pasado.
 
La más rocambolesca de todas ellas fue la siguiente: " La mantilla es andaluza, no es una vestimenta tradicional de la totalidad de España (y menos del País Vasco y gran parte del norte de España)."
 
Ante tal muestra de ignorancia, no me queda más remedio que hacer un poco de pedagogía al respecto.
 
La mantilla es ESPAÑOLA, no se circunscribe a la región andaluza. Las mujeres españolas han lucido mantilla en cualquier punto de nuestra geografía nacional, de norte a sur y de este a oeste: para ir a misa, en la Semana Santa, para casarse, para ser madrina de boda, para ir a los toros, en actos militares, etc.


Doña Sofía lució mantilla como madrina en la boda de su hijo el Príncipe de Asturias.
Foto: Google


 

 








La Infanta Cristina luciendo mantilla en la boda de su hermana la Infanta Elena.
Doña Elena luciendo mantilla en la boda de su hermano, el Príncipe de Asturias. 
(Fotos: Google)

La mantilla se utiliza también en otros países como Francia, Mónaco, Italia, siendo todo un clásico entre las mujeres sicilianas.






















A la izquierda, las princesas monegascas luciendo mantilla en los funerales del Príncipe Raniero y la princesa Antoinette. A la derecha, la Infanta Cristina luciendo mantilla en Viena, con motivo del funeral de Otto de Habsburgo.
Fotos: Google


Y puesto que algunos creen que sólo se utiliza en Andalucía, como algo folclórico, yo recurro a uno de mis libros favoritos con intención de precisar que la mantilla ha sido una prenda muy utilizada también en el Norte de España y en concreto en el País Vasco.
 
Goya representó en sus pinturas a mujeres de la realeza y la aristocracia ataviadas con lo que puede denominarse traje nacional español, término que los viajeros que visitaban España daban a la indumentaria de sus mujeres. Dicho traje, que se generalizó a partir de 1770 se componía por una falda negra llamada basquiña y una mantilla, negra o blanca, que cubría la cabeza y los hombros. Las mujeres vestían las últimas modas francesas cuando se encontraban en casa, realizaban visitas o acudían a fiestas, aunque cubrían sus llamativos vestidos con la basquiña y la mantilla cuando salían a la calle o se dirigían a la iglesia. Entre 1790 y 1810 las damas de la Casa Real y la Corte establecieron la moda de retratarse vestidas con basquiña y mantilla. Las mantillas fueron sofisticándose con respecto a los tejidos utilizados para su confección en la medida en que se convirtieron en una prenda fundamental del atuendo femenino, y han constituido un elemento constante en la indumentaria de las mujeres en toda España hasta bien entrado el siglo XX.
 
 
"La Duquesa de Alba con mantilla" (Francisco de Goya y Lucientes)
  
A finales del siglo XIX y principios del XX, las mantillas eran comunes en las principales ciudades vascas y resultaban imprescindibles para participar en actos de carácter religioso, como misas, rosarios o procesiones, así como para asistir a acontecimientos de carácter festivo, como las corridas de toros. Se puede decir que ha formado parte de la vida cotidiana de las mujeres vascas hasta bien entrado el siglo XX, tanto en el mundo tradicional como en los centros urbanos.
 
"Mi tío y mis primas" (obra del pintor vasco Ignacio Zuloaga  Zabaleta)
 
 
"Mis primas" (obra del pintor vasco Ignacio Zuloaga Zabaleta)
 
Vestimenta habitual de las damas vascas a finales del siglo XIX. La mantilla era imprescindible.
Foto escaneada por María Luz.
 
 
Las jóvenes donostiarras lucían siempre mantillas en los diversos acontecimientos sociales y religiosos que caracterizaban la vida de San Sebastián.
Foto de los años veinte, escaneada por María Luz.
 
 
Las más elegantes bodas contaban con numerosas invitadas tocadas con mantillas de diversas formas y tamaños en blonda y chantillí, colocadas sobre altos moños y peinetas que realzaban la figura de sus usuarias. En las localidades vascas más tradicionales , su uso perduró aún más, por ser las propias novias las que, casi siempre vestidas de negro, cubrían sus cabezas con mantillas de encaje del mismo color.  Es el caso de Salvadora Egaña, prima del modisto Balenciaga, que en 1912 contrajo matrimonio con un vestido confeccionado  por el modisto y una mantilla de encaje; o el de Vicenta Eizaguirre, otra de sus primas, que se casó con un modelo del modisto, en color azul marino y mantilla de encaje.

Boda de Vicenta Eizaguirre, prima del modisto Cristóbal Balenciaga, que contrajo matrimonio con la localidad guipuzcoana de Orio el 4 de enero de 1936. En los años treinta, la mantilla seguía siendo  un elemento fundamental del traje de novia.
Foto escaneada por María Luz.

  
Las corridas de toros de la Semana Grande de San Sebastián constituían todo un acontecimiento festivo en la vida social de la ciudad. Las jóvenes aprovechaban la ocasión para ataviarse con sus mejores galas, y lucían orgullosas elaboradísimas mantillas de encaje blanco o negro y coloridos mantones de Manila.

Jóvenes donostiarras.
Foto escaneada por María Luz.

Las crónicas locales seguían con interés las principales corridas y novilladas benéficas que se organizaban durante el año, al tiempo que las revistas ilustradas publicaban amplios reportajes fotográficos protagonizados por los más famosos toreros y las bellas presidentas tocadas con imponentes mantillas.
Foto escaneada por María Luz.
 
 
El genial modisto Cristóbal Balenciaga se inspiró siempre en sus raíces vascas al idear sus creaciones y recurrió a la tradicional mantilla de encaje de su País Vasco natal  en numerosas ocasiones a lo largo de su carrera, incorporándola a modo de accesorio en elegantes modelos de los años treinta y cuarenta, y reinterpretándola en sus creaciones de los años cincuenta y sesenta.


 
 

















Creaciones del modisto Balenciaga.
Fotos escaneadas por María Luz.


Es una pena que nuestros compatriotas de hoy en día desprecien nuestras tradiciones y no conserven el uso de prendas tan hermosas y vinculadas a nuestra historia y tradición como la mantilla española. Es cierto que las modas cambian, que la sociedad evoluciona, pero nunca he comprendido por qué, en esa evolución, hay que abandonar lo hermoso del pasado.




FUENTE: "Cristóbal Balenciaga. La forja del Maestro" (Miren Arzalluz - Editorial Nerea)
 
  

3 comentarios:

  1. Bello, es una pena que un complemento tan lind, se deje de usar en aras de lo moderno.

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  2. Soy de Sudamerica y aquí se usan las mantillas en provincia y algunas novias la usan ... ya no se usan en las misas pero sería muy bonito usarlas , algunas señoras aún las usan en las procesiones .

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    1. Muy agradecida por su comentario y su aportación. Coincido con usted; creo que sería muy hermoso que se reinstaurara la costumbre de lucirla en la iglesia. Oremos por esa intención. Un saludo cordial.

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