Los recién casados bajo la lluvia de pétalos de rosa, una vez convertidos en marido y mujer.
Después de cinco años de relación y dos hijos, la pareja por fin ha formalizado su relación contrayendo matrimonio en la capilla de Cornwell Manor, ceremonia oficiada por un buen amigo de la familia y amenizada musicalmente con música de órgano y un coro local de voces infantiles. La novia quiso casarse en el campo inglés, lugar muy especial para ella por ser donde creció.
Cornwell Manor, en Cotswolds (Inglaterra) fue el lugar escogido para la celebración.
La capilla en piedra fue bellamente decorada con flores recogidas en los alrededores y otras traídas desde Holanda, país de residencia de la pareja.
La novia dirigiéndose a la capilla, acompañada por su dama de honor, su hermana Bobbie.
El vestido de novia fue confeccionado por Jan Taminiau, en organza y bordado con pedrería.
La novia elaboró su tiara con materiales que suele utilizar en sus propias creaciones como perlas barrocas y motivos de ramas.
Los novios durante un momento de la ceremonia.
La decoración floral junto al ramo de novia conseguían una decoración ajardinada, evocando la campiña en el interior de la capilla.
El beso de los novios, convertidos ya en marido y mujer.
Tras la ceremonia de la boda, los novios y sus invitados se dirigieron a una enorme tienda montada en el jardín de la propiedad para disfrutar del banquete de boda.
Los cócteles fueron elaborados por "Bug Bar".
Aspecto que ofrecía el comedor en el interior de la tienda.
La decoración corrió a cargo de "The Wunderkammer shop" de Amsterdam.
La cena estuvo compuesta por cinco platos.
Aspecto exterior de la tienda donde se organizó el banquete.
Tras la cena, todos los asistentes disfrutaron del baile hasta altas horas de la madrugada. Fue el final de un intenso fin de semana nupcial, ya que en las jornadas previas a la boda, la pareja quiso que sus invitados se divirtieran con diversas actividades deportivas como el cricket y el tiro con arco, todo en un estilo muy British. Tanta actividad venía seguida del tiempo de necesario descanso, para lo cual, los novios tuvieron la original idea de alojar a sus invitados en el interior de varias tiendas de safari en los terrenos de la propiedad escenario de la boda. Sin duda, un fin de semana inolvidable para todos los asistentes.
Tras las actividades deportivas, los invitados disfrutaron de una cena campestre.
Las tiendas donde se alojaron los invitados.
FOTOS: Vogue
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