Cada vez que recorro las salas del Museo Thyssen-Bornemisza, tengo el placer de detenerme unos instantes ante un caballero que destaca entre todos por su porte y elegancia. Recuerdo que la segunda vez que lo vi, acompañada de una de mis mejores amigas, me dije "Tengo que saber más sobre este magnífico cuadro y el caballero en cuestión".
Ni corta ni perezosa, me puse a investigar en cuanto llegué a casa.
"Retrato de David Lyon" - Sir Thomas Lawrence
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Este maravilloso retrato de David Lyon, realizado por Sir Thomas Lawrence es una de las obras más atractivas de la colección de pintura antigua del Museo Thyssen-Bornemisza tanto por la calidad del cuadro del famoso artista como por la fascinante y misteriosa personalidad del retratado.
Lawrence fue la figura clave de la Escuela Inglesa del siglo XIX y ante todo destacó por su maestría. Estaba dotado de un genio innato que le llevó a dedicarse al arte desde bien pequeño. En 1787 se estableció en Londres; tras estudiar en la Royal Academy of Arts, protagonizó su primera exposición y, poco tiempo después, se convirtió en el artista favorito de la monarquía inglesa, así como de la aristocracia y nobleza. Como queda patente en este lienzo, su capacidad como retratista es evidente.
Esta obra se engloba dentro de su última etapa y en ella destaca el dominio técnico, que se refleja en la elaboración de las diferentes texturas; de lo que constituyen un ejemplo los zapatos. Asimismo, los guantes y la piel de la chaqueta, si bien no parecen muy trabajados, reflejan no obstante el buen hacer del artista. Como dato curioso cabe señalar los estrechos pantalones que luce el retratado y que años antes había puesto de moda Brummell –dandy y árbitro de la moda inglesa de la época.
Esta obra se engloba dentro de su última etapa y en ella destaca el dominio técnico, que se refleja en la elaboración de las diferentes texturas; de lo que constituyen un ejemplo los zapatos. Asimismo, los guantes y la piel de la chaqueta, si bien no parecen muy trabajados, reflejan no obstante el buen hacer del artista. Como dato curioso cabe señalar los estrechos pantalones que luce el retratado y que años antes había puesto de moda Brummell –dandy y árbitro de la moda inglesa de la época.
Junto a la estilizada figura del retratado, llama poderosamente la atención su rostro, en el que destaca, además del gesto, una mirada absolutamente cautivadora y muy real, que unida a su media melena que ondea suavemente al viento, consiguen que este joven terrateniente nos resulte muy agradable. Es difícil pasear por la sala dónde el lienzo se exhibe al público y no fijar la vista en él. El artista nos presenta a David Lyon en una pose muy natural que desprende elegancia y distinción y que unida a la capacidad del artista para captar la personalidad de sus clientes, idealizándolos sin llegar, no obstante, al halago, incrementa esa orla de misterio que envuelve al personaje. En lo que respecta al fondo del retrato, es característico de Lawrence colocar a sus figuras en un entorno digno y algo idílico. En este caso el paisaje está imbuido de contenido simbólico: así la campiña aparece repleta de árboles en planos posteriores, en alusión a Lyon como acaudalado hacendado, al tiempo que deja entrever que ese paisaje le pertenecía.
Entre los clientes de Sir Thomas Lawrence también figuró David Lyon padre, a quién el artista pintó justo diez años antes de realizar el retrato del hijo. Lamentablemente, se deconoce la localización de esta obra, y tan solo sabemos que a la muerte del artista aún seguía en su taller. El lienzo quedó sin finalizar y por lo tanto sin entregar. Por el contrario, tenemos constancia de que David Lyon junior abonó al pintor por su retrato, en 1828, la altísima cantidad de 700 guineas. Ambas pinturas fueron subastadas en Christie’s, Londres, el 21 de noviembre de 1980.
David Lyon de Goring Hall, Sussex y Balentore Castle, Forfarshire, nació alrededor de 1794 y murió en Niza en 1872. Fue juez y diputado conservador por Beeralston entre 1831 y 1832. Contrajo matrimonio a una edad avanzada (cerca de los 55 años) con Blanche Bury, hija del reverendo Edward y Lady Charlotte Bury –conocida novelista de la época–. El famoso primer ministro Benjamin Disraeli, también Lord Beaconsfield, en una de sus cartas dedicó unas líneas a la esposa de Lyon. Según él mismo relata la conoció durante el transcurso de una cena y la describe como una mujer extremadamente bella y cautivadora, mientras de él dice que era “un hombre rico”.
Según parece David Lyon procedía de una familia de la alta nobleza inglesa, los Lyon de Auldbar, emparentados con los Bowes-Lyon, rama vinculada a la Reina Madre de Inglaterra5. Descendían directamente del honorable Sir Thomas Lyon, Knight of Auldbar, Forfarshire, Norte de Gran Bretaña, quién fue distinguido cómo Master of Glamis. Sir Thomas Lyon fue un hombre importante en el siglo XV: gran tesorero de Escocia y capitán de la guardia del rey escocés James IV en Arran.
En línea directa desde Sir Thomas hay que destacar al abuelo de nuestro retratado: John Lyon de Castle Lyon, en Perthshire y Kinnaird, Fifeshire. Éste contrajo nupcias con la hija de Sir Alexander Ochterlony, Jane. El matrimonio tuvo siete hijos y el segundo de ellos, de nombre David, fue el padre de nuestro personaje. Aunque no era el primogénito, heredó la fortuna familiar al fallecer su hermano mayor sin descendencia. Lyon padre, a su vez, se desposó con Isabella, hija mayor de John Read, de Cairney, Forfarshire, y tuvieron diez hijos, siendo David Lyon de Goring, Sussex, el tercero de ellos.
La familia poseía vastas extensiones de tierra y negocios tanto en Gran Bretaña como en Jamaica, donde gestionaban sus plantaciones de azúcar, aunque carecían de títulos nobiliarios importantes o de grandeza6. El patrimonio de David Lyon padre ascendía a su muerte a cerca de 600.000 libras de la época. David Lyon junior y sus hermanos estudiaron en la prestigiosa escuela de Harrow (contrapunto de la de Eton), hacia 1809. Al finalizar David decidió cursar estudios de comercio y atesoró una destacada fortuna en Las Antillas.
Lyon había heredado de su padre una reducida propiedad (si se compara con el resto de posesiones paternas) de más de 600 acres en Goring Hall, Sussex, además de otra en Escocia, Balenthore Castle, en Forfarshire8. No obstante eligió Sussex para establecerse y fue allí donde, tras mandar derribar la antigua residencia, construyó una magnífica mansión, en 1840, con el nombre de Goring Hall. Al imponente nuevo edificio le añadió una espectacular avenida de encinas con unas impresionantes puertas de hierro forjado, que –según la leyenda local– causaron la admiración de la Reina Madre cuando visitó a sus parientes por primera vez. David Lyon vivió a caballo entre Goring Hall y otra residencia que tenía en Londres, concretamente en el 31 de South Street, Grosvenor Square.
Tras morir David Lyon el patrimonio de Goring, así como la mansión, pasaron por vía hereditaria a su pariente más próximo, William Lyon –según parece uno de sus hermanos, pues David murió sin descendencia–. Siendo William su propietario, Goring Hall sufrió un grave y devastador incendio en 1888, lo que aparece reflejado en varios documentos, pero se reconstruyó fiel al original en el transcurso de un año. Posteriormente la propiedad pasó a manos de Fitzroy Lyon, oficial del Ejército de Caballería británico, y desde 1906 fue arrendada por éste a la familia Molson. Con ello se constata documentalmente que la hacienda, sus correspondientes tierras y el lienzo de Lawrence permanecieron en la familia Lyon hasta 1934, fecha en la que Joy –única hija de Fitzroy– procedió a la venta de todas las propiedades recibidas en herencia en Goring, Clapham y Ferring. Asimismo legó el patronazgo de la iglesia de Santa María, que siempre había estado unido a las posesiones de los Lyon en Goring, al obispo de Chichester, de nombre Peter Bernett. No obstante el lienzo de Lawrence con el retrato de su antecesor lo conservó hasta el día de su muerte. Tras la transacción, la residencia fue destinada a diferentes funciones, hasta que cuatro años después de su venta se convirtió en un internado. Actualmente es un hospital privado.
La última propietaria del retrato de David Lyon, que perteneció durante toda su historia a la familia del rico hacendado, fue Joy Lyon. Joy Lyon contrajo matrimonio con un francés cambiando su nombre por el de Madame Claude François de Keltie Castle, en Perthsire, Escocia. Como se ha señalado anteriormente, en 1934 decidió vender las propiedades de Sussex recibidas en herencia, a excepción del retrato de su antepasado, del que nunca se desprendió.
Unas cartas conservadas en el archivo documental del Museo Thyssen-Bornemisza escritas por Laura Nepean-Gubbins, quien mantenía una estrecha amistad con Joy, han sido el origen de este texto a la vez que han aportado nuevas referencias sobre la historia de esta pintura. Gracias a los descendientes de la señora Nepean-Gubbins sabemos que ésta, Joy Lyon y Elizabeth Carnegy-Arbuthnott conservaron su amistad durante toda su vida, por lo que Joy Lyon, tras divorciarse de su esposo y morir sin descendencia en tristes circunstancias, legó todos sus bienes, incluido el cuadro, a su amiga Betty Carnegy-Arbuthnott.
Miss Carnegy-Arbuthnott junto con Laura Nepean-Gubbins compartían el disfrute de una casa alquilada en Hampton Court (East Molesey, Surrey) conocida como Hampton House. Esta propiedad tenía, entre otras funciones, la de servir de marco a eventos y fiestas, familiares algunos de ellos, y fue precisamente en esta residencia donde durante muchos años permaneció instalado en los muros del salón principal el retrato de David Lyon. Transcurrido un tiempo, ambas amigas tuvieron que dejar la casa por una más pequeña con el nombre de The Coach House y al no disponer de espacio en ella para albergar el cuadro, la propietaria se vio obligada –con mucha tristeza– a desprenderse de él. Así se procedió a su subasta en Christie’s, Londres, el 21 de noviembre de 1980, con número de lote 114. La pintura pasó entonces a manos de P. & D. Colnaghi & Co. de Londres, siendo al año siguiente, en 1981, adquirida por el barón Hans-Heinrich Thyssen-Bornemisza. Éste, inicialmente, también tuvo el lienzo expuesto en el salón principal de su mansión de Daylesford, desde donde pasó a Lugano y más tarde, en 1993, pasó a formar parte de las colecciones del Museo Thyssen-Bornemisza.
Tras la venta en Christie’s, tanto Elizabeth Carnegy-Arbuthnott como Laura Nepean-Gubbins intentaron localizar el paradero de la extraordinaria obra de la que habían disfrutado durante tanto tiempo, pero sin resultado alguno. Casualmente, un día de 1987, Laura Nepean-Gubbins (ya fallecida Mrs. Carnegy-Arbuthnott), leyó un artículo de la revista House & Garden, publicado en el número de julio de 1983 sobre Daylesford, mansión que los barones Thyssen-Bornemisza poseían en Gran Bretaña y cuyo salón principal, fotografiado en el reportaje, presidía la obra de Lawrence. Este fue el motivo por el que Laura Neppean-Gubbins contactó por carta con el barón Thyssen-Bornemisza con el objetivo de transmitirle la información que poseía sobre la procedencia de la obra, y para comunicarle “su satisfacción al conocer que el lienzo había caído en tan buenas manos".
Qué historia tan interesante, se podrían sacar hasta dos novelas en una, la historia del personaje, que debió ser alguien fascinante, y luego de los que guardaron el cuadro hasta llegar al Thyssen. Recuerdo haberlo visto pero ahora tengo mayor curiosidad, después de leerte.
ResponderEliminarEn ese caso Lena, ya tienes una buena excusa para volver a visitar el museo.
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